lunes, 23 de noviembre de 2009


Yo también hubiera preferido que fuera un Concierto por la Libertad, por aquello de las prioridades, pero si la paz fue entendida como sinónimo de reconciliación entre la familia cubana, entonces estoy de acuerdo con Juanes en el nombre escogido para su presentación en La Habana.

Reconciliación no sólo entre las polaridades más visibles: víctimas y victimarios de uno y otro grupo, sino también entre los que dejaron de hablarse por discrepancias políticas, entre quienes fueron carcomidos por la sospecha de que el otro era de la CIA o del G-2, vendido oportunista o mercenario sin conciencia. Será difícil, pero imprescindible, porque si los cimientos no son fundidos con el material que la paz y la reconciliación proporcionan, la libertad terminará siendo un perro rabioso que nos morderá a todos.

Ya tuvimos un 1959 que se llamó “El año de la liberación” con aquellos tribunales revolucionarios dictando sentencias de muerte que se ejecutaban inmediatamente. Me recuerdo a mí mismo con apenas doce años gritando “¡paredón, paredón, paredón!”. Sí, ya sé que no era mi culpa, pero tardé demasiado tiempo en horrorizarme.

La plaza estaba llena, no sólo de personas, sino de modos de pensar, de tendencias y credos. Nadie puede dividir en dos bandos a toda una nación. A ver, usted que me está leyendo, ¿en cuál saco quiere que lo echen?, ¿donde van los que hicieron explotar un avión en pleno vuelo en el que viajaba nuestro equipo de esgrima, o en el que están los que hundieron el remolcador 13 de marzo, cargado de inocentes? ¿En el saco de los que ahorcaron al alfabetizador Manuel Ascunce o en el de los que ordenaron derribar dos avionetas desarmadas? La gente que vi en la plaza el pasado domingo no cabía en ninguno. Los jóvenes que acompañaban las canciones tenían sus ojos puestos en el futuro, no digo que fuera un coro de ángeles, pero no seré yo quien los satanice como “cómplices de la dictadura”.


El cielo se nubló como a las 4 de la tarde, era lo único que faltaba para que yo me sintiera perfecta. Creo que Juanes hizo su concierto por la paz y por la libertad, al menos todos los que estábamos por voluntad propia lo sentimos así (ya sabemos que hay quienes trabajaron esta tarde de sol a sol y no se sintieron libres).
Me gustó escuchar en la Plaza palabras como “cambio”, “el futuro es de ustedes los jóvenes”, “Cuba libre”, “exilio”, “la familia cubana unida”. Al igual que abajo, allá arriba en el podio unos fueron más libres que otros. Como la libertad a veces es una opción personal, allá los que la dejaron pasar.

Después del concierto un amigo me decía que de todas maneras muchos no pudieron participar: algunos fueron presionados, otros censurados, otros no pueden entrar a Cuba y demasiados sufren en las prisiones. Es cierto, pero también lo es que una golondrina no hace primavera, y no podemos pedirle a Juanes el milagro de los panes y los peces, ya bastante logró con teñir por unas horas “El ojo de Saurón” de blanco.


Que los cubanos seamos una sola familia es un hermoso y necesario propósito, gústele a quien le guste y pésele a quien le pese

No hay comentarios:

Publicar un comentario